sábado, 31 de enero de 2009

Somos observados...

El maestro esta en continua observación por su grupo de estudiantes y esto acarrea una situación que no puede evitar: estar expuesto a las interpretaciones de su conducta, carácter, actitudes o sentimientos que pueden ser o son la mayor parte del tiempo, interpretaciones distorsionadas y lejos de la realidad. Son muchas las razones o causas de dicha distorsión; una de las principales es que las personas observamos el comportamiento de los demás hasta cierto punto en función de nuestras acciones, convicciones o sentimientos.

Como docentes en el aula nos convertimos en una figura de importante para nuestros estudiantes, además de ser la figura de autoridad en el contexto del aula el maestro se convierte en el adulto y considerando que en las primeras edades el niño posee una moral heterogénea, éstos buscan la aprobación y la atención de sus maestros.

Las criticas o juicios que emitimos sobre las cualidades o conductas de los estudiantes, los afectan de manera positiva o negativa, lo que significa que para ellos nuestras valoraciones importan. Dependiendo muchas veces de esas valoraciones o juicios que emitimos, los estudiantes realizan sus interpretaciones sobre sus maestros, quiere decir entonces que la valoración del estudiante hacia el maestro inevitablemente estará influida por sus propias preferencias.

En ocasiones la necesidad que sienten los estudiantes de llamar la atención del maestro, es tan grande que su conducta cambia de manera negativa presentando las llamadas conductas inadecuadas, en consecuencias de este tipo de comportamiento el maestro emite juicios y criticas y caemos en una especie de círculo del cual no saldremos si no reflexionamos al respecto.

Por supuesto que la intención no es dejar pasar las conductas inadecuadas y mucho menos dejar de reforzar los conocimientos en los estudiantes, lo que debe tener claro el maestro es que debe saber cómo emitir juicios o criticas tratando siempre de sobresaltar los aspectos positivos, aunque estos sean mínimos, para que de esta forma el estudiante no sea afectado en su parte emocional.

Si hacemos esta reflexión, tal vez nos demos cuenta de que en algunos aspectos debeos mejorar y al hacer los correctivos la relación con nuestros estudiantes será optima y cuando ellos realicen sus interpretaciones sobre nosotros se acercarán un poco más a la realidad.

La fórmula la podemos encontrar cuando se dicen cosas agradables, de la forma adecuada en el momento justo. Los estudiantes entenderán las críticas. Para ser un crítico constante se deben decir palabras agradables de vez en cuando, sobre todo cuando el estudiante no lo espera. Para ello deben existir espacios dentro del aula para conversar, donde se dé un dialogo entre estudiante y maestro.

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